Hoy he estado en casa de mi abuela, y he estado explorando todos esos lugares escondidos donde jugábamos de pequeños y que estaban tan llenos de vida. Ahora nada es de nadie, nadie quiere nada, todo lo que hay allí son simples señas de que hubo algo. Y ese algo lo recuerdo muy bien. Tardes muertas jugando en la tierra, haciendo el pino-puente y manchándonos de barro. Que tiempos tan bonitos. Siempre nos quedará el recuerdo.
